PLATERO Y YO
PLATERO Y YO POR JUAN RAMÓN JIMÉNEZ Platero es un burro pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual[1] dos escarabajos de cristal negro. Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas.... Lo llamo dulcemente: "¿Platero?", y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué[2] cascabeleo[3] ideal.... Come cuanto[4] le doy. Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar, los higos morados, con su cristalina gotita de miel.... Es tierno y mimoso igual que[5] un niño, que una niña ... pero fuerte y seco como de piedra. Cuando paso sobre él los domingos, por las últimas callejas[6] del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se quedan mirándolo: --Tiene acero ... --Tiene acero. Acero y plata de luna[7], al mismo tiempo.