El bilingualsimo ayuda aprevenir el Alzheimer. Núria Sebastián Gallés, Psicóloga experta en bilingüismo



Cuando nacemos, podemos distinguir el francés del ruso, pero no el holandés del inglés. A los pocos meses, asimilamos el o los idiomas del entorno, y olvidamos el resto. Pero, ¿cómo influye manejar una o más lenguas? 160 expertos en neurobilingüismo, la mayoría de ellos extranjeros, han expuesto los últimos conocimientos en este campo en un congreso que se clausuró ayer en el Palacio Miramar. Organizado por el Basque Center on Cognition, Brain and Language, también se celebró una conferencia abierta al público, de la mano de San Sebastián 2016, en la que la catedrática catalana Núria Sebastián Gallé hablo sobre el bilingüismo desde la cuna.
- ¿Cuándo empiezan los niños a reconocer un idioma?
- Hay estudios realizados con bebés de 0 a 4 días, a los que se les ha hecho un escáner en el que se ve que se les activan en el cerebro las áreas específicas del lenguaje. En el momento de nacer, podemos distinguir algunas lenguas de otras, pero no todas. Los estudios nos dicen que se puede diferenciar el francés del ruso, el japonés del inglés, pero no en cambio el holandés del inglés o el catalán del español.
-¿Por qué?
- Este hecho lo compartimos con los monos titi y las ratas de laboratorio. Es una cuestión muy técnica. Pero está relacionada, por ejemplo, con la combinación entre las vocales y consonantes. El inglés, por ejemplo, tiene muchas consonantes juntas. El español es una lengua que las tiene intermedias, y el euskera y el japonés, por ejemplo, tienen menos consonantes. Por ejemplo, a la palabra 'libro' le ponéis una vocal en medio y es 'liburu'. Estas cosas tienen por debajo unas propiedades a las que los mamíferos somos sensibles.
- ¿Con cuánto tiempo discriminamos de una forma sofisticada?
- A los cuatro meses tanto los bebés monolingües como los bilingües distinguen catalán y castellano, sin embargo, los monolingües no notan la diferencia entre italiano y español; y el bilingüe sí. Es lo que llamamos aprendizaje perceptivo: las personas que son especialistas en algo son capaces de notar matices que a los demás se nos escapan. Por ejemplo, un experto en vinos percibe olores y sabores que la mayoría ignora. Los bebés bilingües deben estar trabajando una serie de destrezas, porque se fijan en cositas que les permite distinguir distintas lenguas.
- Así que reparan en más detalles...
- Hay estudios basados en distinguir el inglés y el francés viendo una cara y cómo se mueven los labios, sin oír nada. A los seis meses, todos los niños, monolingües o bilingües, son capaces de distinguir el idioma sin escucharlo. A los ocho meses, sólo los bilingües muestran que notan la diferencia. Lo acabamos de corroborar con una investigación: a los 8 meses, los monolingües no distinguen la diferencia pero los bilingües (castellano/catalán) sí distinguen las caras hablando en francés o en inglés. Se refuerza la idea de que los bilingües tienen que trabajar más, y eso les va a beneficiar en algunos aspectos.
- ¿Así que es mejor ser bilingüe que monolingüe?
- Suelo responder que es como preguntar si es mejor ser hombre o mujer: es distinto. Hay cosas en las que a los bilingües no les va a ir tan bien. Imagínate que te enseño dos objetos: conoces uno y el otro no. Te digo: «Dime cuál es el plufo». Si uno es un reloj y lo otro no sé lo que es, deduzco que es el plufo. Los niños, al año y medio, ya empiezan a hacer este tipo de cosas, que es como aprenden las palabras. Esto se basa en un principio básico según el cual las cosas tienen un nombre, a menos que tengan dos si eres bilingüe. «¿Un plufo? A lo mejor es esta cosa que no sé lo que es, pero a lo mejor es la otra manera de llamar al reloj». Los bilingües no se pueden aprovechar tanto de ese principio, porque es lo que les pasa día a día: papá a esto le llama «vaso» y mamá «got».
- Entonces, ¿van más retrasados en la adquisición de léxico?
-Hay polémica: unos trabajos dicen que sí y otros que no. Es muy complicado, porque el efecto de clase social es mucho más fuerte que cualquier bilingüismo. Los niños de clases sociales altas y ambiente educado manejan, en general, muchas más palabras.
- ¿Y en qué va a ir mejor el bilingüe?
- Ahora hay datos que sugieren que podría retrasar la aparición de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer porque se supone que el bilingüismo es control cognitivo. En este momento yo estoy hablando en español, pero mi cabeza está preparada para saltar a cualquiera de las otras lenguas que conozco. Con lo cual, todo lo que estoy diciendo en español lo está preparando en catalán, castellano, inglés y francés. Si aquí al lado tuviese a alguien que sé que solo habla inglés, le miraría y diría «by the way», y por el hecho de ir mirando voy cambiando de idioma... Y esto es un ejercicio salvaje. ¡Ríete tu del 'brain training'! Yo miro el vaso, pero mi cabeza ya ha ordenado también las palabras 'got','glass', 'verre'. Y tengo que elegir la adecuada y en tiempo real. Está demostrado que los bilingües son mejores en tareas que implican un cambio de actividad.
- Entonces, ¿cómo influye el bilingüismo en el desarrollo de, por ejemplo, el Alzheimer?
- Hay datos preliminares. Hay varios equipos estudiándolo y aunque la evidencia no es aplastante, parece que no es que haya menos afectados entre los bilingües, pero sí que el deterioro, que los síntomas en los bilingües se manifiestan más tarde y el deterioro es un poco más lento. También pasa con las poblaciones monolingües: si has hecho mucho trabajo intelectual, el periodo desde los primeros síntomas hasta el mayor deterioro es más largo. Una persona con una vida menos intelectual va bajando de forma más constante. Al final te deterioras igual, pero has vivido más tiempo con mejor calidad. Pero hay cosas que no están claras. Se ha publicado un estudio que concluye que una vez que se ha desencadenado la enfermedad, entrenarse y ponerse a hacer 'brain training' sin parar es malo. Sea lo que sea, el bilingüismo al menos tiene un efecto de prevención, porque has hecho ese ejercicio toda tu vida.
- ¿Es cierto que los niños absorben como esponjas?
- Hay bastante de cierto. Hay una parte importante del aprendizaje en los primeros meses de vida. A lo largo de esa etapa los bebés se especializan en los sonidos de su propia lengua: van a percibir mejor los que están en su entorno y van a dejar de identificar el resto. Esto es el aprendizaje por olvido. Si desde el principio pones varias lenguas y se mantienen en ese entorno, luego ya no hay que aprenderlas. Si te las ponen de mayor, tienes que deshacer parte de lo aprendido de niño para asimilar las otras. Pero si haces un hueco a cada lengua cuando se están creando, ya has sembrado. Ahora, no se siembra viendo la tele y poniéndoles vídeos en otros idiomas.
- ¿Y eso?
- Hay un estudio muy bonito. Cogen a niños de 10-11 meses que están en el proceso de converger al inglés y dejar de lado el resto de los idiomas que no tiene en el entorno. Están en una sala con sus madres y un cuentacuentos chino. Al final, mejora mucho su capacidad de discriminar fonemas. Y esto lo comparan con una sesión, en la que los niños ven al cuentacuentos a través de pantallas de televisión puestas a su altura, pero al final el resultado es que tiene cero efecto.
- ¿Por qué?
- Para poder aprender bien hay que prestar atención y concentrarse, como lo hacemos los mayores. Esto depende de unas áreas del cerebro que están inmaduras en esos niños, y quien hace la regulación es la madre. Cuando está jugando, se les dice enfatizando: «¡Mira esto, oh, ah!». De hecho, los niños reaccionan en función de lo que hacen los padres. De pequeños se pegan un golpe tremendo y no saben si reír o llorar. Y la mayoría de los padres sonríe, aunque en el fondo estén super preocupados, porque si los niños ven que se asustan, se ponen a llorar como locos. En la situación social, en la que los bebés estaban con sus madres y el cuentacuentos chino estaba presente, miraban más a sus madres, para comprobar si prestaban atención, si aquello merecía la pena... En la tele falta esto. Así que para que se le quede algo del vídeo, tiene un que estar un padre diciendo: «Oh, ah, uh, ¡Qué interesante...!». Pero tampoco es magia: no existe eso de escuchar cinco minutos de alemán y ya está.

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